Sumario: Han devastado el continente que constituía el ser humano dejando un planeta lleno de islas desiertas irreconciliables.
Antes, hace años ya, el sueldo venía en sobres de papel grueso y marrón. Llegaba cómo una carta esperada y necesaria, una epístola sin más letras que las del nombre y los apellidos, escrita con los escasos números que nos contaban lo poco que, con su contenido, íbamos a poder hacer, mientras, durante el resto del mes, esperábamos cómo podíamos su próxima y efímera visita.
Ahora el reencuentro mensual es todavía más fugaz y menos físico, es decir, menos carnal. Solamente lo que nos permiten nuestra mirada en la pantallita del cajero automático y nuestros dedos en esos recibillos primos hermanos del papel de fumar.
En aquella época, a los remitentes de aquellos envíos, les interesaba que estuviésemos todos en grandes fábricas en las que entrábamos y salíamos al ritmo de aquellas estruendosas sirenas que comenzaban a sustituir a los gallos en su labor de pregoneros del amanecer.
Años y años tuvieron que pasar para que llegase el momento en el que tenernos juntos supusiera, gracias a nuestra lucha, un segundo salario, sin sobre, en forma de cartilla de la seguridad social, vacaciones, y otros derechos que provocaban que su avaricia se viese ultrajada.
En estos tiempos que corren tan deprisa y, a veces, paradójicamente, tan despacio, se han empeñado en convertirnos a todos en autónomos, haciéndonos creer hijos emancipados de una familia que nos estaba privando de libertad.
Nos han liberado de la propina paterna y semanal, somos adultos que podemos valernos por nosotros mismos, y que, cuanto más independientes seamos de los demás, mejor nos irá.
Ahora podemos elegir, pagando, por supuesto, el médico que más nos guste, el colegio que deseemos para nuestros hijos, y hasta cuánto queremos cobrar cuándo nos jubilemos. Tenemos, al fin, derecho a decidir. Pero lo mejor de todo es que, además, nos han dado la clave para hacerlo, únicamente hemos de competir entre nosotros. El futuro, nos dicen, está ahí, al alcance de nuestra mano. Con una gran dosis de esfuerzo, y una mayor de insolidaridad, el éxito está asegurado. Primero tú, luego tú y después también tú.
Por fin nos han traído al tiempo de las soledades. Han conseguido construir un mundo lleno de unos en serie, un mundo sin otros a los que apoyar y en los que apoyarse. Han deshumanizado a la humanidad convirtiéndola en una batalla de números. Han devastado el continente que constituía el género humano dejando un planeta lleno de islas desiertas irreconciliables.
Somos un continente
roto en islas desiertas
dispersas e irreconciliables
después de muerto el futuro
tras la invasión del engaño
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